David Lynch presenta su filme más experimental, ‘Inland Empire’, que él mismo distribuirá.

Por: Alejandra Villasmil

EFE 15 de octubre de 2006

NUEVA YORK.— David Lynch, conocido como "el cineasta de vanguardia más aclamado de Estados Unidos", presentó hace unos días en Nueva York su último film, Inland Empire, un perturbador collage de secuencias oníricas, fantasías, misterio, infidelidad y asesinatos. Película independiente, que será distribuída por el propio cineasta en EU —evitando así la interferencia de los estudios de Hollywood—, Inland Empire fue coproducida por la compañía francesa Studio Canal y debutó para la audiencia estadounidense en el Festival de Cine de Nueva York.De tres horas de duración, el film marca el regreso Lynch a la pantalla grande tras la cinta Mulholland Drive (2001), un retorno que llega por la puerta del cine experimental y apoyado por la libertad creativa que brinda la tecnología digital."Me enamoré de la estética del cine digital. Cuando terminé las primeras escenas no podía creer lo bello que era", dijo Lynch, de 60 años de edad, en un encuentro con la prensa en el Lincoln Center de la ciudad neoyorquina.La película, con una narrativa fragmentada donde tiempo y espacio se expanden y contraen para desintegrarse cíclicamente, se estrenó mundialmente en el pasado Festival de Cine de Venecia, donde se reconoció la trayectoria de Lynch con el prestigioso León de Oro."Creo en las historias que se llevan bien con las abstracciones", comentó Lynch respecto a la estética y narrativa de su película, en la que se desarrollan historias dentro de historias, películas dentro de películas, como en una habitación llena de espejos.La película fue filmada en digital, lo que refuerza aún más su carácter experimental, una forma y contenido arriesgados y fuera del "canon" del cine comercial estadounidense."Me encantó la experiencia del cine digital. Es una belleza tener esa libertad de poder filmar y filmar", comentó a la prensa la protagonista del film, Laura Dern, que ya ha trabajado con Lynch en las películas Blue Velvet y Wild at Heart.Lynch añade que el cine digital le permite trabajar con mayor espontaneidad, y de hecho vaticina la "muerte del celuloide"."Vivimos en un bello mundo digital. Nunca volveré al cine. Para mí el cine está completamente muerto. La calidad es muy bella, pero se deteriora muy fácilmente y requiere de equipos grandes y pesados. El cine digital es el futuro y mejora día a día", indicó.En Inland Empire, que se filmó en dos años, la distinción entre realidad y ficción, personajes y actores, es difusa.Lynch también juega con metáforas visuales y simbolismos —un trío de personajes con cabezas de conejo que interpretan una comedia teatral; un cigarrillo que quema un agujero en una prenda de seda por el que se espía a un mundo interior; unas prostitutas que parecen representar el inconsciente pervertido de la protagonista..."Mucha gente me habla de Luis Buñuel, pero la verdad es que no conozco mucho su cine. El surrealismo es un movimiento, algo a lo que tienes que afiliarte, ¿verdad? Lo que yo hago es una forma de ver las cosas, nada más", dijo bromeando el realizador cuando se le preguntó si su cine era "surrealista"."Lynchiana", por no decir surrealista, Inland Empire es una película alucinante y absurda, salpicada de humor negro, clarividencias, personajes excéntricos, esquizofrenia, conexiones polacas, el lado decadente de Hollywood, memorias y recuerdos.A medida que transcurre el film, Lynch va introduciendo al espectador en el progresivo deterioro de la psiquis enferma de su protagonista, la confronta con sus miedos, ansiedades, delirios, fantasías reprimidas y actos violentos del pasado y el presente.Cuando Lynch se reunió con sus productores franceses para presentarles este arriesgado proyecto, les dijo: "Sólo dos cosas: una, no sé lo que estoy haciendo, y dos, está filmado en digital".Para el realizador, su fuente de inspiración está, más que en la música o en las artes visuales —sus otras dos grandes pasiones—, en la meditación trascendental, que practica desde hace 33 años."Es esa experiencia la que ha hecho que disfrute mucho más lo que hago. La intuición aumenta y las ideas se capturan a niveles más profundos. Es una experiencia holística que ha nutrido todos los aspectos de mi vida", relató.

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